Había una vez, en un reino muy, muy lejano, un joven príncipe al que le
gustaba muchísimo hacer cálculos matemáticos. Estaba todo el día
con un cuaderno y un lápiz haciendo todo tipo de cuentas, y resolviendo
los más complicados problemas. Y jamás usaba la calculadora.
Un día su
padre, el rey Quique, le dijo:
Cuchuflo,
hijo. Por favor te pido que salgas a jugar al inmenso parque que tenemos en
este castillo. Hoy es un día estupendo, y te va a hacer mal estar
tanto tiempo encerrado en este cuarto. Nunca, desde tu nacimiento, has
salido de él; y es muy malo para la salud de las personas estar todo el
día recluido en un mismo sitio, sin relacionarse con otras personas.
Está bien, padre – contestó el príncipe. Pero
te aseguro que no me divertiré tanto como me divierto haciendo esta
hermosa actividad.
Al salir de su cuarto, Cuchuflo se encontró con un
mundo totalmente novedoso para él. Decidió ir al parque, tal cual le había
ordenado su padre, mas no conocía el camino. Por lo tanto, comenzó a
investigar el castillo. Cruzando pasillos y escaleras, se topó con una pequeña puerta
de madera.
¡Ésta debe ser la salida! – exclamó
convencido.
Al abrirla, notó que se había equivocado, pero quiso
investigar hacia dónde conducía ese lugar. Era un sitio sumamente oscuro, con muy poca iluminación como para no llevarse nada por delante. Llegó
a dar sólo dos pasos, cuando oyó una voz que le dijo:
Entraste en el laberinto más peligroso del
universo, y no podés volver a atrás. Para cruzarlo, vas a tener que pasar cinco
pruebas muy difíciles, de las siete con las que te encontrarás.
Una vez situados en el cuento, y metidos en el papel de Cuchuflo, hacemos 6 grupos y ahora se trata de salir del laberinto entre todos. Cada grupo deberá resolver al menos 5 de las pruebas matemáticas que hemos preparado, y así conseguirá una llave.
Pero para salir del laberinto es necesario tener las llaves de todos los grupos y ponerlas en el panel
Hijo – Dijo el Rey Quique – ¿Qué hacés saliendo de
la más peligrosa trampa mortal?
Me perdí buscando el parque – dijo el niño – y sin
querer me metí ahí. Pero fue muy divertido. Casi muero al final, pero supe
la respuesta antes que las paredes me pincharan.
Hijo – agregó el rey – Si no fuera porque estás todo
el día encerrando practicando matemática, te hubiera pasado lo peor. Te
pido perdón por haber querido sacarte esa actividad. Ahora, si querés,
podés continuar con lo que estabas haciendo.
Si, papá – dijo Cuchuflo – voy a continuar con lo
que estaba haciendo: buscar la salida al parque. – Lo pensé muy
bien, y creo que lo mejor es salir a respirar un poco de aire puro. La matemática
sirve muchísimo para la vida cotidiana de las personas, y por eso no
hay que dejar de practicarla, aunque parezca la materia escolar más
aburrida de todas. Pero tampoco hay que estar todo el día encerrado y
alejado del mundo haciendo una sola actividad. Comprendí que hay que salir al exterior, y
relacionarse con todo tipo de personas, preferentemente de mi misma edad. Por
eso, a partir de ahora, voy a dedicarme a estudiar, pero a
divertirme a la vez. No voy a estar todo el día encerrado sin hablar con nadie.
Voy a dedicarme de lleno, las primeras horas del día al colegio, y al finalizar
las tareas, saldré a jugar con los amigos que me haré ahora. Muchas
gracias, papá, por haberme retado.
Así, Cuchuflo, nunca más estuvo solo en su cuarto.
Cuando llegaba del colegio, hacía la tarea e iba a jugar con sus
amigos.
Y vivió muy pero muy feliz TODO el resto de su vida.
En un lugar muy lejano, en un planeta escondido entre las estrellas, vivían el pequeño Ferni y otros marcianos.
Ferni había vivido miles de aventuras en su planeta, pero un día se preguntó:
Rápidamente Fermi fue a hablar con Vega, la alienígena más sabia de todo el planeta
Vega se pudo a buscar en su gran biblioteca y sacó un libro viejo y lleno de polvo en el que aparecían todo tipo de letras y números, y se lo enseñó a Ferni.
"No te asustes, son letras y números. Es muy fácil. Leer y contar es muy importante para construir la nave, pero no te preocupes, yo te ayudaré a entenderlos. Y seguro que encontramos a alguien que nos echa una mano."
"Lo primero que vamos a hacer es comprar todos los materiales que necesitamos, y hay que tener cuidado para que no se pierda ninguna pieza, sino la nave no funcionará. Vamos a la tienda de Chetri."
Para empezar, vamos a darle forma a nuestra nave. Habrá que elegir entre todas estas formas y colores, las que más os gusten.
Ahora necesitamos un volante. "¿cuántos tenemos? ¿cuántos necesitamos? ¿cuántos quedan?"
Y dos espejos del mismo color."¿cuántos tenemos? ¿cuántos necesitamos? ¿cuántos quedan?"
Y toda nave necesita una antena.
Y nos faltan dos patas para que la nave se pueda sujetar al suelo cuando esté parada.
"¿cuántos tenemos? ¿cuántos necesitamos? ¿cuántos quedan?"
Siguiendo las instrucciones, hay que poner la antena arriba, encima de la nave. Después, el volante dentro de la cabina, en el centro. Los espejos se colocan uno a cada lado de la nave, para que puedas ver todo el espacio. Y para terminas, las patas en la parte de abajo de la nave.
¡Ya podemos viajar al espacio!
Lo hemos conseguido conociendo las figuras, contando, restando, sumando
y leyendo las instrucciones. Sin saber todo eso no lo hubiéramos
logrado. Ha quedado preciosa.
¿Qué os parece si nos damos un paseito en nuestra nave espacial antes de volver a clase?
Pero para este viaje necesitamos una cosa muy, pero que muy importante, vuestra imaginación
Como cada año ha llegado la Semana Temática a nuestro cole, justo antes de las vacaciones de Semana Santa.
Y esta vez el tema es... ¡las matemáticas!.
Y como cada año, nos piden que preparemos un cuento o alguna actividad para hacer con los chavales.
¡Qué difícil lo veíamos! ¡Matemáticas! ¡con lo aburridas que le parecen a la gente!
Total, que buscando por internet hemos encontrado cuentos matemáticos, y entre ellos: "Fermi, el marciano travieso", de Verónica Gacía y "El príncipe matemático" de Edgardo Luciano Camarero.
El primero lo vemos muy apropiado para infantil, y nos va a dar mucho juego. La fecha para representarlo es el miércoles 30 de abril.
Y el segundo, para los niños de Primaria, que lo haremos en dos tardes, el lunes 5 de mayo y el miércoles 7 de mayo. Aunque me parece que les vamos a hacer participar bastante :)
Ahora toca trabajar, preparar, ensayar...
Por fin está aquí el vídeo con nuestro último cuentacuentos, el de los ratones Andrea y Andrés.
Lo hemos tenido que reducir en calidad para poderlo poner en el blog, pesaba mucho. La próxima vez tendremos que pensar en alguna alternativa para ahorrarnos estos problemillas técnicos.
Pero lo bueno es que ya lo podeis ver.
Estamos preparando ya nuevos cuentos. Os lo contamos en el próximo post.
El Ratón Andrés salió de casa justo
después de comer. Había terminado su trabajo durante la
mañana. Ahora le sobraba el tiempo y le apetecía dar un largo
paseo. Ratón Andrés marchaba tranquilamente. Llevaba las manos dentro de los bolsillos
y silbaba. Era primavera
Los árboles estaban cubiertos de hojas nuevas y había flores en los
prados, flores de muchas clases y colores. Además el cielo estaba completamente
azul y el aire soplaba con suavidad.
¡Qué tarde tan chula!.¿Y ahora para donde
voy?
Da lo mismo porque el tiempo me sobra.Me iré hacia el bosque.
¡Hala,
cuántos árboles!. Hay cientos y cientos.
Parece que alguien los ha puesto en
fila, son tan altos y ordenados...
¡Parecen
soldados! Pero soldados que están contentos porque no van a la guerra.
Y
por allí se escucha un río... Y los pájaros no paran de cantar.
¡Qué
chulada de tarde!¡Uy,
a lo tonto estoy super lejos de casa!
¡Qué
es esta cosa pequeña y húmeda que me ha caído en la oreja izquierda!
No
puede ser una gota de lluvia porque ésta es una chulísima tarde de primavera.
Y
ahora en la cabeza, y en la mano, y en la nariz...
Pero,
¡si está lloviendo!......¿Dónde
está el sol? Pero, pero... ¿dónde se ha metido?
¡Qué
fastidio! Voy a ponerme perdido. Tengo que regresar a casa a la carrera.
¡Me
estoy poniendo perdido! ¡me tengo que refugiar en algún sitio! Allí veo una cueva.
¡Ojalá esta horrible lluvia cese pronto y pueda salir de aquí para volver a
casa!
¡Dios
mío ¿Qué es ese sonido?
Parece
que alguien esté respirando muy fuerte, igual es un gato enorme que quiere
cazarme.
Mira
que si ahora alarga sus grandes patas y me apresa...
Mira
que si aprieta mi pobre cuello con sus grandes garras...
Mira
que si luego me quiere comer y abre su gran boca...
¡qué
miedo!
Ya
viene, ya se acerca. Es un gato enorme y va a cogerme.
Yo
me voy de aquí. ¿Y
ahora qué hago?, ya sé, me quedaré quieto, como si me hubiera muerto.
¡Ay,
cada vez suena más cerca!
Ya
sé lo que voy a hacer. Fingiré que soy alguien mucho más grande y peligroso que
un gato.
¿Quién anda ahí?
ANDREA: Soy yo, Ratona Andrea
ANDRES:
¡BUF! ¡Qué alivio!
ANDREA:
¿Quién eres tú?
ANDRES: Yo
soy ratón Andrés.
ANDREA:
¡Menos mal!. Pensé que eras alguien enorme y peligroso; pensé que eras un gato,
como
tu respiración sonaba tan fuerte.
ANDRES:
Y yo pensaba lo mismo, que eras un enorme y furioso gato, como respirabas con
tanta fuerza....
ANDREA:
Es que estaba muy asustada.
ANDRES:
Yo también estaba muy asustado.
ANDRES: ¿Tienes miedo de la tormenta?
ANDREA: Algunas veces. Y tú, ¿tienes
miedo de la tormenta?
ANDRES: También algunas veces.
ANDREA: Y hoy es una de esas veces.
ANDRES: Sí, hoy es una de esas veces.
ANDREA: ¿Te gusta cantar?
ANDRES: Me gusta.
ANDREA: Entonces, cantemos
ANDRES: De
acuerdo.
(Con los pequeñines del cole cantamos el clásico "Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva...", pero con los mayores esta canción causó furor.)
ANDRES:
Pero, ¡si está lloviendo más fuerte! Ha sido nuestra culpa, por llamar así a la
lluvia, como si ya no lloviera bastante.
ANDREA:
Sí, ha sido por nuestra culpa ¡esto es el Diluvio!
ANDRES: Si
esto es el Diluvio a mí me da lo mismo.
Fuera de la cueva seguía
lloviendo con mucha intensidad. Los truenos rugían cada vez con mas
furia, el viento soplaba como si quisiera tumbar a los árboles del bosque. De repente se escuchó un
gran trueno parecía que la cueva que iba a venir abajo, y los dos ratoncitos
se abrazaron asustados y así abrazados a Ratón Andrés y Ratona Andrea les
parecía que el miedo se les iba volviendo cada vez más pequeño. De pronto Ratón Andrés y
Ratona Andrea sintieron algo de frío. Era el aire que se colaba por
alguna grieta. Entonces Ratón Andrés y
Ratona Andrea se quedaron en silencio, la tormenta seguía fuera de la cueva
pero ya no les daba ningún miedo. La verdad es que ahora se alegraban
de la tormenta porque así podían estar juntos y hablar de las cosas que les
gustaban y también de las que no les gustaban.
ANDRES:
¿Qué cosa es la que te da en la cara y tú no la ves?
ANDREA:
Creo que es el viento. ¿Te gustan las adivinanzas?
ANDRES:
Mucho.
ANDREA: Y
¿Qué cosa es la que mientras más grande es menos se ve?
ANDRES: ¿Si
es más grande se ve menos?
ANDREA:
Sí, si es más grande se ve menos.
ANDRES: Y,
¿Si es más pequeña se ve mejor?
ANDREA:
Sí, si es más pequeña, se ve muuuucho mejor.
ANDRES:
Me parece, me parece.....Pero no estoy seguro... ¿Puede ser la oscuridad?
ANDREA:
¡Muy bien! es la oscuridad, debes ser muy listo para haberlo
acertado.
ANDRES:
No, yo no soy muy listo, soy normal como todo el mundo.
ANDRES:
Sabes, a mi me encanta patinar sobre las ramas caídas de los árboles y saltar
los charcos y ponerme perdido.
ANDREA: Anda, a mi también
ANDRES:
Y escuchar el canto de las ranas y de los grillos. Bueno, y soy un poco
gamberro porque me encanta asustar a los gatos y ponerles petardos para ver
como salen corriendo, por eso tenia tanto miedo, pensé que era un gato al que
algún día asusté.
ANDREA: Jo,
que risa, si yo fuera mas valiente te acompañaría a asustar gatos. Pero ¿sabes?
Lo que más, lo que más me gusta es sentarme en la puerta de mi casa a ver
ocultarse el Sol y salir la Luna,
comiendo castañas o bellotas.
ANDRES:
Andrea, a mí también me gusta hacer eso, coincidimos en todo....
ANDREA:
Andrés, tienes mucha razón...
ANDRES: ¿Y
cómo eres? Porque ¿sabes? en realidad, yo soy normal, ni muy guapo ni muy feo.
Aunque, eso sí, soy muy alegre, me gusta reir, pero hay tantas cosas que me dan vergüenza, dicen
que soy algo tímido.
ANDREA: Pues yo por
dentro creo que soy sencilla, aunque no muy decidida, pero no creas que soy una
sosa eh? y, por fuera, pues de lo más corriente pero muy resultona.
Y sin apenas darse
cuenta Andrés le había cogido la mano a Andrea y los dos estaban colorados
como dos tomates. Tan atentos estaban el uno del otro que no se enteraron de
que fuera, la tormenta ya se había ido y la luz del sol fue entrando en la
cueva. Al verla, los ratoncitos se levantaron del suelo y cogidos
de la mano, caminaron hacia la salida Afuera un vientecillo
suave empujaba a las últimas nubes. El cielo volvía a estar azul,
brillaba el sol y brillaban las hojas de los árboles salpicadas por las gotas
de lluvia. Más lejos estaba el arco iris. Ratón Andrés y Ratona
Andrea, cogidos de la mano, se detuvieron a la salida de la cueva y
contemplaron el cielo azul.
Los dos ratones eran
felices, por fin salieron de la cueva. De repente Ratón Andrés
miró a Ratona Andrea y Ratona Andrea miró a Ratón Andrés. Antes no se
habían visto, claro, en el interior de la cueva estaban completamente a
oscuras.
ANDRES: ¡Oh!
ANDREA: ¡Oh, No!
ANDRES: Creo
que no estoy viendo bien, debe ser la luz del sol que me deslumbra.
ANDREA: Oh,
oh, eres completamente blanco, blanco, blanco requete blaaaaanco.
ANDRES: Oh,
oh, y tú eres completamente negra, negra como una oliva negra y como una noche
negra y como, como, ¡¡no puede ser!!.
ANDREA: Y
los ratones blancos son los grandes enemigos de los negros
ANDRES: Y
los ratones negros no quieren saber nada de los blancos
ANDREA:
Pero... ¿tú sabes desde cuando esto es así?
ANDRES: Me
temo que desde siempre ¡Desde toda la vida!
Los dos ratoncitos se
pusieron muy tristes. Uno marchó hacia el sur y el otro se fue hacia el
norte. Sus pasos eran lentos y su mirada no se podía apartar del
suelo. El día ya no era maravilloso si no que todo les parecía de
un color apagado y oscuro, de un color gris.
ANDREA:
¿Por qué los ratones negros son tan grandes enemigos de los ratones blancos?
PADRES ANDREA:
Porque son blancos.
ANDREA:
¿Solamente por eso?
PADRES DE ANDREA:
Toma con la niña, ¿Y te parece poco? Pues solamente por eso.
ANDREA:
¡Solamente por eso! ¡eso no es ningún motivo!
ANDRES:
¿Por qué son los ratones blancos enemigos de los ratones negros?
PADRES ANDRES:
Porque son negros.
ANDRES:
¿Solamente por eso?
PADRES ANDRES:
Claro que si, solamente por eso.
ANDRES:“¡Solamente por eso no era ningún motivo!”
¿Dónde estará Andrés?.
Pero, ¡qué tonta fuí!
¿Porqué lo abandoné?
Si
era alegre ya además superdivertido
y me iba a enseñar a asustar gatos y a ser
valiente…
Pero si no aguantaba a la gente creida, ni podía soportar a los que
siempre mandan.
Si tenía las manos rebosantes de suaves caricias…
Su
piel era totalmente blanca, pero daba lo mismo.
A
ver, ¿qué le pasa al blanco? A mí el blanco me encanta.
¡Pero
qué tonta fui abandonando a Andrés!
Lo
buscaré por todas partes
y preguntaré a todo el mundo hasta que lo encuentre
¿Dónde estará Andrea?
¿Por qué le dí la espalda?
¡Qué tonto fui, pero tonto
de remate!
Pero
si era resultona y tímida. Si le gustaba cantar y las adivinanzas.
Pero
si le encantaba saltar en los charcos y contemplar el sol cuando se hacia de noche, y sentarse a la puerta de su casa a ver salir la luna…
Pero
si no aguantaba a la gente que siempre estaba seria, y le encantaba la gente
divertida y bromista.
Su
piel era completamente negra, bueno ¿y qué? Que alguien me diga qué tiene
el color negro, a mí me parece hermoso, el más bello de todos los
colores.
Pero
qué tonto fui abandonando a Andrea.
La
tengo que encontrar, la buscaré si hace falta debajo de la tierra, miraré en
cada cueva, en cada madriguera, levantaré las piedras.
Gritaré
su nombre por todas partes: ¡Andrea!, ¡Andrea!
Los ratoncitos fueron a
encontrarse justo al lado de la cueva donde se habían conocido, abrieron sus
brazos, y luego corrieron el uno en busca del otro y se fundieron en un gran
abrazo. Y de repente todo empezó a brillar: el sol, el cielo, las hojas
de los árboles. El gris había desaparecido y de repente había colores
por todas partes: rojos, azules, amarillos, verdes...
ANDRES.¡No
volveremos a separarnos nunca! ANDREA:
¡Qué tarde tan chula!
ANDRES: Tengo
novia, estoy enamorado de una ratona completamente negra, se llama ANDREA y es
una pasada. ¡Voy a casarme con ella! PADRES DE ANDRÉS:
¡Espantoso! Los ratones negros son nuestros mayores enemigos. No iremos a
la boda.
ANDREA: Tengo
novio, estoy enamorada de un ratón completamente blanco. Se llama Andrés
y es maravilloso. ¡Voy a casarme con él! PADRES DE ANDREA:¡Qué desastre! ¡Es que no sabes que los ratones blancos son nuestros
enemigos mortales? No iremos a la boda.
La boda se celebró de
todas formas
... y los padres de Ratón Andrés y de Ratona Andrea sí
asistieron. Pero los padres negros miraban hacia un lado y los padres
blancos hacia otro. Sin
embargo, Ratón Andrés y Ratona Andrea se miraban a los ojos y no se dieron
cuenta. Desde ese momento fueron
muy felices: patinaban, paseaban, se sentaban el uno al lado del otro para
ver ocultarse el sol y salir la luna, y juntos cantaban o decían
adivinanzas. A veces también discutían pero era por cosas que no tenían
importancia y además enseguida hacían las paces. Y el tiempo fue
pasando. Un día...
ANDREA:¡Tengo que darte una
maravillosa noticia! ¡ Tú y yo vamos a ser padres!
ANDRÉS:
¡Vamos a ser papás, tú y yo! ¡Es estupendo!
Ratona Andrea guardaba a
sus hijos dentro de la tripa. Y le gustaba sentirlos. A veces se
inquietaban porque los pequeños no paraban de moverse, y a veces se
preocupaba porque estaban demasiado quietos. Pero siempre les cantaba,
o para que se durmieran, o para que se despertaran, y siempre, siempre, a
cualquier hora, les decía que los quería mucho. También Ratón Andrés cantaba para
sus pequeños y les decía que los quería, e incluso algunas veces ponía la
mano encima de la panza de Ratona Andrea y notaba el barullo de
patitas y rabos que no paraban de moverse, hasta que un día…
ANDREA:
¡Uy uy uy …..Nuestros pequeños están a punto de nacer!
ANDRES.
¡Ay, qué nervios! Voy a calentar agua para bañar a los pequeños cuando nazcan
ANDREA.
Pero, ¿qué haces? ¡si estás apagando el fuego en vez de encenderlo!
ANDRES: Ay,
qué despiste. Ya voy a traer los polvos de talco...
ANDREA. ¡¡Chiquillo,
que me has traido la harina!! Anda, anda, prepara el jabón y los pañales
ANDRES: Ay, madre, cómo
tengo la cabeza. Toma, aquí están.
ANDREA:
Pero, jajajaja, estás tú más nervioso que yo, me has traido el aceite de las
ensaladas y el rollo de papel de cocina.
¡Ay,
ay! ¡Ya está! ¡Nuestros hijos ya están aquí!
Y entonces Ratón Andrés
abrió las manos, y con grandes nervios y mucho cariño fue recogiendo a los
seis ratoncitos que salían de la tripa de Ratona Andrea. Los dos miraban a
sus hijos. ¿Qué era aquello? Sus seis hijos, los seis, ¡no eran
ni blancos ni negros! En sus cuerpos chiquitos ¡no había ni un solo
pelo!
ANDREA:
¡Ay, madre!, qué raros que son, son rosas, ¡no tienen ni un solo pelo!
ANDRÉS:
No importa, los querremos igual de todas formas.
Entonces llegaron los
abuelos, y todos rieron, los blancos y los negros. Andrés y
Andrea no entendían sus risas.
PADRES DE ANDRES:(RIENDO)
Los ratones siempre nacen iguales, hambrientos y pelones.
PADRES DE ANDREA:(RIENDO)
Es algo natural, después les crece el pelo.
ANDRÉS:
¡Menos mal!
ANDREA:
¡Qué susto! Había pensado que serían siempre calvos.
ANDRÉS:
¡Son preciosos!
ANDREA:
¡Son tan guapos los seis!
PADRES DE ANDRES: Son
guapos estos tres; mira, van a ser blancos, se parecen a Andrés.
Querremos más a los blancos Observa estas manitas, y ese hocico afilado, y esos ojos redondos. Pero
si está clarísimo, estos tres son exactos a Andrés cuando era pequeño.
PADRES DE ANDREA:Éstos
sí son guapos; mira, van a ser negros, se parecen a Andrea.
Nosotros
querremos más a los negros.
Mira esas orejitas, observa esos deditos y ese hociquito chato. Estos
tres son iguales que Andrea cuando era pequeña, parece que la estoy viendo.
ANDRES:
¿Qué más da cómo sean?
ANDREA:
Todos son vuestros nietos.
ANDRES:
Podeis equivocaros.
PADRES DE ANDREA: ¡Ni
hablar!
PADRES DE ANDRES: ¡No
hay ninguna duda!
Los abuelos negros
solamente acunaban a los tres ratoncitos que, según ellos, serían como
Andrea, negros
Y los abuelos blancos
solamente acunaban a los tres ratoncitos que, según ellos, serían como
Andrés, blancos
A roro, mi nene...
Pasó el tiempo.
Los pequeños lloraban, comían y dormían.
Y no había ninguna
diferencia entre ellos, excepto que unos eran chicos y otros eran
chicas. Pero crecieron y un buen día a los seis ratoncitos les
empezó a salir el pelo.
ANDRES: Oh,
mira nuestros pequeños han cambiado, ya no son todos rosas ¡les ha salido el
pelo!
ANDREA: Sí
mira, dos son negros
ANDRES: ...
y dos son blancos
ANDREA: ..y
dos son grises, de un suave y precioso gis perla
ANDRÉS:
¡Qué guapos!
ANDREA:
Pero ¡qué guapos son nuestros seis hijos!
En cuanto a los abuelos,
no salían de su asombro.
Se habían equivocado los
cuatro. Precisamente los dos pequeños que se parecían a Andrés tenían
el pelo negro, y los dos ratoncitos que se parecían a Andrea tenían el pelo
blanco.
Los dos pequeños grises
se parecían lo mismo a Andrés que a Andrea.
Como uno tenía la forma
del hocico o el color de los ojos, y como otro tenía la sonrisa, las orejas o
la forma de andar, y de moverse.
Y entonces, ¡qué
hicieron los abuelos?
Pues lo que son las
cosas, los abuelos negros, a fuerza de mecerlos, se habían encariñado con los
pequeños blancos.
Y lo mismo ocurría con
los abuelos blancos, que a fuerza de acunarlos, se habían encariñado con los
pequeños negros.
Pero además los abuelos
negros también querían a los dos nietecitos que eran de su mismo color.
Y los abuelos blancos
también querían a los dos ratoncitos que tenían la piel igual que
ellos.
Todavía quedaban los dos
ratones grises.
Pero los dos pequeños
grises tenían tanto de blanco como de negros, así que los abuelos los
quisieron también.
MORALEJA:
Nunca hay que juzgar a los demás por
su aspecto exterior sino por lo que hay en el interior de su corazón, cuando
ratón Andrés y ratona Andrea no se veían se gustaron y cuando se miraron a los
ojos se enamoraron.
Y colorín colorado este cuento se ha
acabado.
Muchas gracias a nuestro cole por contar con nosotras y dejarnos compartir estos ratos tan estupendos.