Esa es la pregunta que nos hicimos antes de empezar el cuento con los más pequeñines del colegio.
¿A qué sabe la luna? Se preguntaban los animales, y todos ellos se estiraban para intentar coger un pedacito y probarla.
Hasta que se dieron cuenta que quizá entre todos podrían lograrlo.
¿Lo conseguirán?
Os contamos como lo escenificamos por si os puede inspirar para alguna ocasión.
Nosotras recortamos una luna grande de cartón forrada con papel blanco. Le atamos un hilo que nos permitiera ir alejándola de los animales poco a poco para que no la alcanzaran.
Y los protagonistas del cuento fueron los peluches que teníamos en casa. Cuando alguno no se ajustaba al cuento, como cuando llega una pantera en lugar de una cebra, nos inventamos una historia. En este caso, la cebra Lino, personaje que les resulta familiar, estaba muy ocupada en la guardería con los bebés y en su lugar viene su amiga la pantera.
Y además, para hacer que el cuento fuera más dinámico, que los niños pudieran participar un poco más, nos inventamos algunas rimas con los nombres de los animales.
¿Sabéis que me dice el mono? ¡¡que saludéis con las manos!!
¿Sabéis que me dice el elefante? ¡¡Que mováis el culo hacia delante!!
¿Sabéis que me dice el tigre Jose Luís? ¡¡Que si no aplaudís se hace pis!!
Con pinzas de tender, íbamos sujetando los peluches uno encima de otro, todos encima de la montaña, tratando de alcanzar la luna
La luna se confió pensando que un animal tan pequeñito como nuestro ratón no llegaría, pero
¿sabéis que dice el ratón elegante? ¡¡Que os estireis como gigantes!!
Y llegaron, ya lo creo, entre todos podieron coger un pedacito de luna, y probarla.
¿A qué sabe la luna?
A mi a beso, ¿y a tí?
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